CUARTIL.
En cuanto al tema "Factor de impacto. Calidad de las revistas" llama la atención como se cuestiona la validez del factor de impacto como medida representativa de valor de los artículos científicos. Las citas no se distribuyen de forma normal, sino como ley de potencias, pocos artículos concentran la mayor parte de las citas, mientras que la gran mayoría no recibe ninguna. Me da a pensar que el factor de impacto resulte una medida poco representativa de la realidad individual de una revista. Los investigadores, al fin y al cabo, manejan una especie de "prestigiómetro" subjetivo pero no siempre fundamentado en criterios objetivos. La calidad es difícil de objetivar y que el uso de métricas como el factor de impacto puede llevar a falsas conclusiones. De hecho, en el artículo "Impact factors: use and abuse" se destaca que el factor de impacto no mide directamente la calidad de una revista ni mucho menos la del autor. Que sea usado como criterio único para evaluar investigaciones o publicaciones puede generar más riesgo que beneficio.
Por este motivo, existe un esfuerzo europeo por generar alternativas a Web Of Science, lo que indica una toma de consciencia y voluntad de corregir los errores en cuanto a la forma en la que se mide la producción científica. Además, cabe destacar las "métricas falsas" ya que éstas, no sirven para evaluaciones académicas reales. Quienes las usen para la justificación de méritos, corren el riesgo de ser desacreditados. Esto es así, ya que, no es más que un "negocio" que explica la ambición o la necesidad de reconocimiento científico, creando un mero espejismo, que no acepta ni valida la calidad en el ámbito académico.
Con respecto a la "revisión por pares", lo que me ha llamado la atención es el paralelismo entre la revisión por pares y la democracia. Ambas se consideran pilares fundamentales, una de la ciencia, y la otra de la sociedad y, sin embargo, ambas están lejos de la perfección. Una sátira brillante que encapsula el hastío, la impotencia y también la resistencia de quienes están del otro lado del juicio: los autores.
La evaluación por pares se supone que garantiza la calidad científica, pero también es un campo lleno de sesgos, juegos de poder, abusos de anonimato y favoritismos. Es particularmente preocupante que, en muchos casos, esta evaluación pueda ralentizar investigaciones valiosas, censurar ideas nuevas o incluso facilitar el robo de trabajos. Lo que debería ser un sistema de revisión colaborativa, puede convertirse en un obstáculo arbitrario al conocimiento.
Y sin embargo, todos participamos en él. Se hace porque se cree en el ideal de una ciencia abierta, rigurosa y compartida. Pero el ideal necesita revisión. Me parece muy lúcida la propuesta de mantener el anonimato del revisor pero hacer públicas comunicaciones editoriales: más transparencia, más responsabilidad y mucha menos arbitrariedad.
La carta, ese rechazo al rechazo, es maravillosa. Más allá de su humor, dice verdades un tanto incómodas, como por ejemplo, que el sistema privilegia a ciertos perfiles, que el rechazo a veces se siente como una condena sin apelación, y que, como en muchas burocracias, el lenguaje cortés esconde dinámicas desiguales. "La aceptación selectiva de cartas de rechazo" y " la necesidad de una carta más parecida a una aceptación" son formas perfectas de reírnos de una estructura que nos frustra, pero de la que aún no hemos encontrado una buena alternativa.
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